2011/08/28

Desde el año 2005, EE.UU. revirtió la tendencia que orientaba la caída de su producción de gas que en su más reciente ciclo sobreviene desde el año 2001. Los incrementos de producción llevaron al país a superar en 2009 a Rusia, primer productor mundial de gas hasta entonces.

Este “milagro” energético se debió a la producción de gas de esquisto, un tipo de explotación que aunque incursionó de manera importante en los años cincuentas del pasado siglo, los altos costos de operación, los retos tecnológicos y por los efectos medioambientales que involucraba, vio aplazado su desarrollo hasta ahora.

El impacto que ha tomado la explotación del gas de esquisto en EE.UU., se observa conocido que en el año 2000 este aportaba el 1% del gas seco que se consumía en la Unión Americana, mientras en la actualidad dicho porcentaje se ha incrementado hasta el 50%, relajando la presión de la dependencia externa de EE.UU. en cuestión de importaciones de energía. Específicamente EE.UU. importa cerca de un 50% de sus suministros de petróleo, lo que en 2009 representó una factura de mil millones de dólares por día, una de las principales causas del déficit del gobierno federal y de la crisis económica en curso.

Ahora bien, esta tecnología se prevé avanzara en buena parte del mundo dada la escasez y dificultad que presenta el acceso a los productos energéticos convencionales. El atlas energético de los esquistos coloca a China, EE.UU. y Argentina como los primeros tres países en reservas a escala global.

Sin embargo, como se mencionaba, el impacto ambiental de la tecnología se localiza en que las perforaciones relacionadas con la explotación del gas de esquisto, diferente a la del gas natural convencional, por norma interviene zonas de aguas subterráneas, las que potencialmente son contaminadas con los químicos utilizados en la perforación así como por el metano liberado por la fractura hidráulica que es la técnica que caracteriza este tipo de explotaciones.

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