
La organización, que tiene como propósito impulsar la deliberación internacional sobre las drogas, “buscando establecer maneras eficaces y humanas para reducir el daño causado por estas en personas y sociedades”, subrayó la necesidad de despenalizar en el mundo el consumo de narcóticos ilegalizados, que según su interpretación es el actual énfasis de la “guerra contra las drogas”, y que ha resultado ser un fracaso, promoviendo la focalización de las actividades represivas en las organizaciones criminales involucradas en los restantes eslabones de la cadena del narcotráfico como producción, comercio o lavado de activos.
En Colombia, uno de los efectos de la “guerra contra las drogas” es el que tiene que ver con la extradición de connacionales, especialmente a EEUU, como una alternativa al poder intimidatorio y de corrupción que las mafias colombianas tradicionalmente adquieren en el país, y como herramienta de cooperación en la lucha contra la delincuencia internacional, aunque en años recientes ha sido vista como un obstáculo a los procesos judiciales abiertos en Colombia y relacionados con delitos de lesa humanidad.
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