2011/06/19

Desde 2010, Grecia ha estado en el ojo del huracán tras el requerimiento de un rescate financiero que ascendió a 110 mil millones de euros, lo que obligó al líder de partido socialista y primer ministro griego, George Papandreou, a colocar en marcha un importante paquete de medidas de austeridad que incluyen la reducción de salarios e inversión social, y la venta de activos del estado.

Tras cerca de 15 meses de ocurrida la primera crisis, el país heleno de nuevo se encuentra sumergido en una ola de protestas que ha llevado al gobierno, ha anunciar un nuevo gabinete ministerial para enfrentar la tormenta política, y que coincide con los temores de una moratoria de la deuda por parte de Atenas.

Por lo pronto, las autoridades económicas europeas han dado a conocer la existencia de un nuevo crédito para Grecia que oscilaría entre los 80 y 100 mil millones de euros. Según este plan, 40 mil millones provienen de un préstamo otorgado por la Unión Europea y el Fondo Monetario, mientras se prevé que 90 mil millones más se obtengan por la privatización de empresas estatales griegas y la ampliación del vencimiento de los bonos del tesoro.

Aún así las nubes en el horizonte están muy lejos de desaparecer. La semana pasada Standard & Poor's rebajó la calificación de la deuda soberana de Grecia a “CCC”, su menor nivel en el mundo, lo que corrobora los temores de una cesación de pagos por parte del país europeo.

Para Alan Greenspan, ex presidente de la reserva federal de los Estados Unidos, “Grecia tiene muy pocas probabilidades de evitar la suspensión de pagos”. Otros expertos plantean que un default del país helénico acentuaría una serie de crisis en países de la eurozona, entre los que se encuentra España, Portugal e Irlanda lo que colocaría en peligro la existencia del proyecto económico europeo.

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