
La decisión se da cuando en el mundo se reconoce que existen 884 millones de personas que carecen de acceso al agua limpia, mientras un millón y medio de niños menores de cinco años mueren cada año por enfermedades asociadas al consumo de agua no tratada, es decir, cerca de 3 niños por minuto.
De hecho, mientras el volumen existente del “oro azul” permanece constante en el planeta, la demanda del preciado líquido en el siglo XX creció más de siete veces, paralelo al incremento de la población humana que en el mismo periodo se cuadruplicó.
Esta situación se vuelve más compleja ante los efectos del cambio climático que consecuencia del ascenso de la temperatura tendrá como efecto la desaparición del 75% de los páramos, considerados las “fábricas de agua” de la zona andina en el continente americano, según un informe dado a conocer por el portal alemán Deutsche Welle en febrero pasado.
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