Agro ingreso seguro
Iván Saldarriaga
El escándalo agro ingreso seguro va perdiendo presencia a pesar de la indignación de los primeros días.
Con otro escándalo como el de Carimagua, el de la zona franca declarada en el municipio de Mosquera donde tenían inversiones los hijos del presidente, y el de las ejecuciones extrajudiciales hechas por el ejército también llamadas falsos positivos, también ha ocurrido que después de algún tiempo pasan a un segundo plano, y la gente se acostumbra a ellos.
En el caso del programa agro ingreso seguro el presidente Uribe ni siquiera ha reconocido que se trate de un programa elitista inconveniente. Solo fustiga a algunos “abusadores” que falsificaron los datos para obtener mayores cantidades que las que les correspondían.
Pero hay dos diferencias que pueden hacer difícil pasar de “agache” en este caso. Una es la flagrancia del asalto al erario público y el cinismo de las respuestas de los funcionarios empezando por el ministro y el ex ministro de agricultura, y terminando con el propio presidente.
La otra es que estamos en plena campaña electoral y el principal funcionario implicado es nada menos que un precandidato a la presidencia de la república por el partido conservador.
El juego de la que gusta llamarse a si misma “clase dirigente” ha quedado otra vez al descubierto cuando, para asombro de quienes ven todo el asunto como algo perfectamente normal, se informa que uno de los faorecidos con la piñata es el narcotraficante llamado “Gordolindo” que tiene una hacienda a nombre de su madre que actúa como testaferro.
¿Cómo pueden avanzar los procesos de extinción de dominio y la agilización de las leyes que puedan requerir reformas en el Congreso si el uribismo representa una gran coalición de fuerzas en la que se combina la vieja oligarquía terrateniente y la clase emergida de la coca y del paramilitarismo?.
Todavía nadie ha demostrado que uribe haya sido paramilitar pero en 7 años de su gobierno sí hemos visto que prácticamente todos los acusados por paramilitarismo eran amigos del presidente.
Con otro escándalo como el de Carimagua, el de la zona franca declarada en el municipio de Mosquera donde tenían inversiones los hijos del presidente, y el de las ejecuciones extrajudiciales hechas por el ejército también llamadas falsos positivos, también ha ocurrido que después de algún tiempo pasan a un segundo plano, y la gente se acostumbra a ellos.
En el caso del programa agro ingreso seguro el presidente Uribe ni siquiera ha reconocido que se trate de un programa elitista inconveniente. Solo fustiga a algunos “abusadores” que falsificaron los datos para obtener mayores cantidades que las que les correspondían.
Pero hay dos diferencias que pueden hacer difícil pasar de “agache” en este caso. Una es la flagrancia del asalto al erario público y el cinismo de las respuestas de los funcionarios empezando por el ministro y el ex ministro de agricultura, y terminando con el propio presidente.
La otra es que estamos en plena campaña electoral y el principal funcionario implicado es nada menos que un precandidato a la presidencia de la república por el partido conservador.
El juego de la que gusta llamarse a si misma “clase dirigente” ha quedado otra vez al descubierto cuando, para asombro de quienes ven todo el asunto como algo perfectamente normal, se informa que uno de los faorecidos con la piñata es el narcotraficante llamado “Gordolindo” que tiene una hacienda a nombre de su madre que actúa como testaferro.
¿Cómo pueden avanzar los procesos de extinción de dominio y la agilización de las leyes que puedan requerir reformas en el Congreso si el uribismo representa una gran coalición de fuerzas en la que se combina la vieja oligarquía terrateniente y la clase emergida de la coca y del paramilitarismo?.
Todavía nadie ha demostrado que uribe haya sido paramilitar pero en 7 años de su gobierno sí hemos visto que prácticamente todos los acusados por paramilitarismo eran amigos del presidente.

