Vientos de guerra
Iván Saldarriaga
En la reunión de UNASUR en Quito, el 10 de agosto, Hugo Chávez dijo que en la región soplan vientos de guerra. Una parte del discurso de posesión de Rafael Correa, el mismo día, fue dedicado a fustigar a Colombia y arrancó grandes aplausos de los asistentes.
Entre tanto el presidente Uribe sigue mudo no solo para responder a los ataques de los presidentes vecinos, lo cual es bueno, sino en las explicaciones que le debe a los colombianos sobre el acuerdo militar que va a firmarse con los Estados Unidos.
Otro que esta mudo es el canciller mientras aumentan las restricciones en las fronteras con Venezuela y Ecuador que ponen en jaque el 40% de nuestras exportaciones y producen, según los cambistas, un aumento en el valor del dólar que puede subir mucho más.
Hay que recordar que el aumento de la tensión empezó con la orden de captura de un juez ecuatoriano contra Juan Manuel Santos y continuó con el video del mono jojoy, la filtración del acuerdo militar con Estados Unidos y la acusación contra Venezuela por los lanzacohetes hallados en poder de las FARC.
Pero todo esto ha ocurrido en medio de la ofensiva lanzada por Chávez contra el golpe de Honduras que derrocó al presidente Zelaya. Chávez ha parecido en los últimos días tranquilo pero agresivo y en la reunión de UNASUR faltaba su principal contradictor: Estados Unidos.
La garantía que pide el Brasil de que desde las bases colombianas no se hagan operaciones que afecten a otros países de la región vale muy poco si en esa garantía no participan los Estados Unidos, y aunque este país se comprometiera formalmente en ese sentido, la historia nos enseña que esta clase de compromisos se pasan por alto cualdo las ventajas superan al costo.
Lo cierto es que, por encima de la desconfianza que el gobierno colombiano tiene sobre las relaciones de Venezuela, y Ecuador con las FARC, Colombia está comprometida, de hecho, con la política intervensionista de Estados Unidos en Sudamérica.

