2018/04/27


Desde la década de los años setentas, del pasado siglo, es evidente un lento pero progresivo proceso de dependencia de importaciones de gas por parte de los países de la Unión Europea, y se explica como consecuencia del incremento de su consumo que se multiplicó en más de cuatro veces, para el periodo comprendido entre el año 1970 y el año 2016.

Dicha dependencia se volvió más patente cuando la producción de gas de los países de la Unión Europea inicia un declive sostenido, como consecuencia del cenit del gas convencional de esta región que sobreviene al año 2004.

Por eso Rusia, bisagra euroasiática y con visibles excedentes, se ha convertido en una alternativa energética obligada por su cercanía geográfica al Viejo Continente, y a quienes exportó el 80% de su superávit  gasífero durante el año 2017.

Sin duda, las perspectivas de la Unión Europea orientadas a relegar el uso de carbón y petróleo(a más de la energía nuclear), dados sus importantes niveles de contaminantes ambientales que se generan tras su combustión, tienen en el gas un pivote energético esencial.

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