Los bajos precios internacionales
del petróleo, factor que está centrando
la atención pública por los desafíos fiscales que suscita, está ocultando otra realidad más compleja para Colombia.
De continuar los actuales niveles
de reservas así como de producción
petrolera, el país agotara sus existencias del preciado líquido en el año 2022.
Aun así, conociendo que el
desarrollo socioeconómico colombiano descansa
en el consumo de hidrocarburos, se abrirá
paso a la era de las energías no convencionales. Con ellas la sobreexplotación y contaminación de las
fuentes de agua dulce, el incremento en
los niveles de sismicidad y la progresividad de zonas expuestas a desertificación
en vastas regiones del país.